sábado, octubre 21, 2006

El Dilema de los Bueyes que no Quieren Cambiar

Estimados Amigos y Lectores del Grupo Millennium Hispaniola,

Esta vez no tendrán tiempo para no quedarse callados. El miedo a los intereses existe según César Féliz; después de todo parece que no dio en el clavo. Los dominicanos decididamente no debemos comprender (desarrollando la inteligencia colectiva vía un diálogo generativo) lo que está pasando en el sector electricidad y por tanto estamos incapacitados para enfrentar el dilema que se presenta. Olvidémonos de la solución sistémica y sigamos la serie de soluciones sintomáticas indefinidamente, preservando el sistema que funciona para los intereses.

Miren abajo la gentil nota que César me escribió reiterando la diferencia entre los dos; estamos obligados a arar con esos bueyes quieran o no cambiar. Lean y van a entender que los bueyes sí tienen una oportunidad latente para cambiar con toda dignidad lo harán. Sin embargo, nada podemos hacer. Tan complicado como eso.

No estamos al borde de una revolución (y si lo estamos no importa) como indicó José P. Monegro, el Subdirector de El Día; podemos dejar que unos bueyes sigan echando su camino al precipicio sin que nada los detenga. La gran depresión eléctrica está en la mente de José Antonio y por tanto no es una tragedia nacional, ni nada por el estilo. Llévense de César Féliz y no opinen ni impulsen un movimiento para sustituir a los bueyes que no quieran cambiar (el Presidente no es uno de los bueyes porque él es digital y los bueyes son todos análogos). La renegociación de los contratos necesita acelerarse sin que se acuerde una visión compartida de futuro. Los apagones sorpresivos – que son los que más duelen – no desaparecerán en el mediano plazo, pero eso tampoco importa.

Yo sé que ustedes no tienen otras preguntas que puedan decir. ¡¡¡Guárdenselas!!!. No hablen ahora porque tampoco les podrán echar la culpa a los bueyes cuando sea tarde, porque se les habrá olvidado.

Un fuerte abrazo a cada uno de ustedes,

José Antonio

Aunque los Bueyes no Quieran Cambiar, Nada Podemos Hacer

Apreciado Profesor y Maestro Vanderhorst: En verdad, me siento sorprendido de este planteamiento radical: "si los bueyes no quieren cambiar, cambiemos los bueyes. Tan simple como eso." Te confieso, me gustaría, que los "bueyes" hicieran ...

Segura Calificó de “Mal Negocio” Acuerdo de Madrid

Wendy Arias, Periodico El Dia

SANTO DOMINGO.-El vicepresidente de la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE), Radhamés Segura, calificó de “mal negocio” el denominado Acuerdo de Madrid, realizado por las pasadas autoridades, tras considerar que las decisiones tomadas para tratar de enmendarlo fueron peores.

Señaló que la condición en que se hizo la ampliación de los contratos del Acuerdo de Madrid, es decir la renegociación de compra y venta de energía, fue deplorable para el Estado dominicano.

“Lo que se hizo para resolver el problema fue muy malo para el gobierno dominicano, eso de extender los contratos que vencían en agosto de 2004 al año 2016, porque a esta empresa se le incrementaron sustancialmente los beneficios o derechos adquiridos que ya habían tenido con los contratos de capitalización, lo que significa que el Estado estará cargando pesado por más tiempo”, precisó.

Asimismo, Segura deploró la manera irregular en que otras empresas también se involucraron en el ámbito energético, de manera irregular o de contrabando, y que fueron favorecidas con contratos de quince años.

Explicó que esos contratos fueron firmados entre septiembre y octubre del año 2001, cuando la Ley 125-1 había sido publicada en la Gaceta Oficial.

Según una nota de prensa, Segura sostuvo que una propuesta hecha por la Comisión de Renegociación, aparte de procurar precios más bajos en la generación de electricidad, contribuye a limpiar el mercado mayorista de energía en el país, que actualmente está sufriendo una muy grave distorsión con el Acuerdo de Madrid.

Aunque los Bueyes no Quieran Cambiar, Nada Podemos Hacer

Apreciado Profesor y Maestro Vanderhorst:

En verdad, me siento sorprendido de este planteamiento radical: "si los bueyes no quieren cambiar, cambiemos los bueyes. Tan simple como eso."

Te confieso, me gustaría, que los "bueyes" hicieran uso de esa "oportunidad latente para cambiar con dignidad", que señalas en tu correo.

Parece José Antonio, que la pretensión de algunos bueyes, es que las circunstancias condicionen nuestros juicios de tal modo que nunca sea un juicio intelectualmente libre. Si es cierto como creyó Nietzsche que el hombre libre es " aquel que piensa de otro modo de lo que podría esperarse en razón de su origen, de su medio, de su estado y de su función o de las opiniones reinantes en su tiempo", a quien piensa de tal modo posiblemente algunos bueyes no lo consideran libres sino "traidores" al grupo de pertenencia. Pues bien, aquí tenemos otras tareas, a la luz de ese planteamiento radical que nos hace, la de continuar denunciando a viva voz, la de seguir enseñando a traicionar racionalmente ( apreciar las virtudes de una cierta insolencia, que no es arrogancia ni brutalidad, sino la afirmación entre tanteos de la autonomía individual y el espíritu crítico que no todo lo toma como verdad revelada) en nombre de nuestra única verdadera pertenencia esencial, la humana, a lo que de excluyente, cerrado y maniático haya en nuestra afiliaciones accidentales, por acogedoras que éstas puedan ser para los espíritus comodones que no quieren cambiar de rutinas o buscarse conflitos.

Debe ser comprensible mi temor amigo José Antonio, ante una clase política, más ocupada en suscitar fervores y adhesiones inquebrantables que en favorecer el pensamiento crítico autónomo.No debemos olvidar tampoco,que nuestros principales políticos resbalan fácilmente hacia la propaganda, reforzados por las manías castradoras de lo "políticamente correcto" ( que empieza por proscribir cualquier roce con la susceptibilidad agresiva de los grupos sociales de presión y acaba por decretar incorrecto el propio quehacer político, pues nunca se ejerce de veras sin desestabilizar un tanto lo vigente.). De aquí que cierta dosis de "neutralidad" sea justificadamente deseable: ante las opciones electorales concretas brindadas por los partidos políticos existentes o que surjan en la sociedad. Ha de ser una neutralidad relativa, desde luego,porque no se puede rehuir toda consideración crítica de los temas del momento, que personas competentes como tú y otros tantos más, habremos de acometer sin pretender situarnos por encima de las partes sino declarando su toma de posición, mientras fomentamos la exposición razonada de los demás, evitando en todo caso convertir lo que bien has llamado "la visión compartida de futuro" en una fatigosa y logomáquica sucursal parlamentaria. Sin embargo, esa misma neutralidad crítica responde a su vez a una determinada forma política, ante la que ya no se puede ser neutral en la enseñanza democrática: me refiero a la democracia misma. Sería suicida, que renunciásemos a formar ciudadanos demócratas, incorformistas, pero conforme a lo que el marco democrático establece, inquietos por su destino personal pero no desconocedores de las exigencias armonizadoras de lo público. En la deseable complejidad ideológica y étnica de la sociedad actual, creo que nos quedan los espacios que hemos construído como únicos (no estoy seguro) ámbitos generales que pueden fomentar el aprecio racional por aquellos valores que permiten convivir juntos a los que son gozosamente diversos. ¿Por qué? Porque no se trata de simples opciones partidistas sino de logros de la civilización a los que ya no se puede renunciar sin incurrir en concesión a la barbarie y a la violencia.

El propio sistema demócratico no es algo natural y espóntaneo en los humanos, sino algo conquistado a lo largo de muchos esfuerzos revolucionarios en el terreno intelectual y en el terreno político: por tanto no puede darse por supuesto sino que ha de ser enseñado a todos los ciudadanos con la mayor persuación compatible con el espíritu de autonomía crítica. La socialización política democrática es un esfuerzo complicado y vidrioso, es siempre ad-venire, no goza de un clima atemperado, ni de una luz perpetua y uniforme, pues se nutre de aquella pasión del desencanto que mantiene unidos-en una tensión insoluble-el rigor de la forma y la posibilidad de acoger "húespedes inesperados".

Para terminar, quiero hacer hincapié, que lo que hagamos dentro del sistema imperfecto que tenemos, es crucial mantengamos una prudente confianza en los mecanismos previstos para enmendar los errores y desaciertos, ya que empezar por desconfiar de las garantías de control de que disponemos lo único que logrará en la ciudadanía cuando llegue el momento de ejercer su derecho a poder quitar los bueyes, es inhibirlos, con gran contento de los que pretenden transformar la democracia en tapaderas de sus bribonadas oligárquicas. Es igualmente nefasto fomentar un "engaño" arrobado por los procedimientos beatificados del sistema, como "desengañarles" de antemano de algo que sólo su participación inteligente puede llegar a corregir y encaminar.

Es ésta la vía de obordar el tema "si los bueyes no quieren cambiar, cambiemos los bueyes. Tan simple como eso.", abriguemos la esperanza de que la entiendan (políticos-bueyes-empresarios del sector), pues incentivar a un big ban social producto de intransigencias e irracionalidades, pienso perderíamos todos y retardaríamos el avance hacia la visión compartida.

César Féliz