viernes, julio 04, 2008

Ed. Listín Diario: Conflictos y Liderazgo

Los dominicanos han perdido, poco a poco en las últimas décadas, su capacidad de enfrentar de manera colectiva sus necesidades esenciales. Esta pérdida fue inducida por la falta de liderazgo del Estado –la organización política de la nación– para conducir y encarar con firmeza esas soluciones.

Hoy, esa falta de liderazgo desde el Estado está desembocando en la pérdida de la esperanza, en conflictos y en la incapacidad de planificar, al punto, que el inmediatismo parece ser la norma de vida del individuo y la nación.

Es imposible continuar enfrentando de manera individual o en pequeños grupos las necesidades que son comunes a toda la colectividad.

Debemos pensar y actuar como una sociedad si es que en realidad queremos serlo. Nunca podremos resolver los problemas como los del suministro de agua y electricidad de manera eficiente si los enfrentamos de manera particular.

Lo mismo, nunca habrá solución al problema de transporte de manera individual a menos que insistamos en tornarlo incosteable. La solución tiene que ser colectiva y de compromiso colectivo.

Cuando la vigilancia policial falló construimos rejas y verjas, cuando el acueducto tuvo deficiencias construimos cisternas y pozos, cuando la electricidad cayó, instalamos generadores individuales e inversores.

En principio pareció una solución que lográbamos individualmente porque el Estado escurría su responsabilidad. La pérdida de la capacidad de dirigir a la nación ha mermado al liderazgo del Estado para enfrentar estas necesidades, pero ya el país no resiste más.

Es imprescindible, si es que queremos recuperarnos, volver a actuar en forma colectiva frente a necesidades colectivas.

Debemos pensar y actuar como una sociedad. Es necesario que el Estado asuma el liderazgo y trace ese camino. De lo contrario será imposible que la sociedad dominicana encuentre respuestas.





Neutralizando la Cultura Eléctrica del Miedo

Síntesis: Con la electricidad como servicio-negocio esos tres miedos desaparecen. Los detallistas compitiendo en toda la geografía nacional no tendrán ningún miedo en cobrar. Al contrario, si no cobran no sobreviven en la competencia. Al pasar los precios al mercado libre, el Estado lo que necesita es asegurar que la regulación prudencial funciona bien para evitar abusos a los clientes y el poder de mercado de los agentes. El miedo al desabastecimiento se supera cuando se deja a los expertos idóneos los aspectos no triviales del servicio-negocio.

Este mensaje está ya colocado en la Bitácora Digital del GMH como un comentario a la nota Reintegrar en vez de Dividir Edes o Resignarnos.

En su informe, el CONEP resalta la existencia de tres miedos que hoy aparecen de forma muy oportuna en el Editorial de Clave Digital: Los Empresarios y la Reforma del Sector Eléctrico. Miren con mucha atención dicho editorial y contrasten estos miedos con la solución actual o con la que propongo, luego de considerar mi opinión de experto justo previo a la capitalización que aparece debajo de mi despedida.

El editorial afirma que “Los más entusiastas promotores de la mentada reforma del sector eléctrico vendieron el proyecto como la fórmula mágica para resolver los acuciantes problemas de energía del país, incorporando a los agentes privados tanto en la generación como en la distribución del servicio.”

Esos promotores, lamentablemente, no escucharon al único experto nacional con conocimiento íntimo de los aspectos no triviales de la industria eléctrica que había sido contratado con fondos del USAID. Es muy importante que esta ocasión esos falsos profetas no se interpongan en la visión de la electricidad como servicio-negocio.

La cultura de los tres miedos identificada por el CONEP es:

1) el miedo a cobrar la energía eléctrica,
2) el miedo a ajustar los precios de … la tarifa y
3) el miedo al desabastecimiento".

Con la electricidad como servicio-negocio esos tres miedos desaparecen. Los detallistas compitiendo en toda la geografía nacional no tendrán ningún miedo en cobrar. Al contrario, si no cobran no sobreviven en la competencia. Al pasar los precios al mercado libre, el Estado lo que necesita es asegurar que la regulación prudencial funciona bien para evitar abusos a los clientes y el poder de mercado de los agentes. El miedo al desabastecimiento se supera cuando se deja a los expertos idóneos los aspectos no triviales del servicio-negocio.

Como advertí con mi Grito Patriótico en 1999, al mantener la injerencia política la capitalización nos condenó al fracaso, manteniendo vivos esos tres miedos.

El fracaso nos ha llevado a altamente costosos intereses creados que están bloqueando nuestro futuro.

El fracaso se une a los recursos de los fondos de pensión que no saben que hacer con ellos. El fracaso separó la transmisión de la distribución que como experto sostengo es parte crítica de la solución.

El fracaso hace que las fuentes no convencionales de energía que son distribuidas (como los paneles solares) no tienen posibilidad de participación.

El fracaso de la mala calidad de servicio ha generado una infraestructura innecesaria en Protecom y en el programa contra el hurto que está por arrancar.

Para revertir el fracaso es urgente y necesario que nos resignemos y por el contrario nos armemos de valor para iniciar el proceso de transición.

Dejo abierto el diálogo a todos ustedes, con la esperanza de respalden un encuentro con los expertos de las instituciones responsables acojan el reto que les plantee. Es probable que algunas de esas instituciones no dispongan de los expertos que deberían tener.

Atentos saludos,

José Antonio Vanderhorst Silverio, PhD
Experto en Electricidad

Opinión de Experto.

En 1999 el Listín Diario me publicó una página completa con el título “Grito Patriótico por la Interdependencia Eléctrica,” donde escribí entre otras cosas lo siguiente:

El tiempo puede haber convertido la capitalización en un fracaso. Por un celo que ahora resulta ser no sólo infundado, sino desfasado, el gobierno de la República Dominicana, representado por los poderes ejecutivo y legislativo, produjo una Ley de Reforma de la Empresa Pública que puede condenar a los dominicanos a seguir en una estrategia que no se ajusta a nuestras necesidades porque:

mantiene la injerencia política en las empresas eléctricas, algo que no estaba en el modelo original boliviano donde el otro 50 por ciento pasaba a fondos de pensión privados;

impide la participación de empresas dominicanas, por la forma en que se está reestructurando la CDE, ya que sólo empresas extranjeras pueden precalificar en los concursos;

promueve innecesariamente intereses creados en la actividad de comercialización de electricidad, permitiendo que el monopolio de esa actividad se pueda prolongar más allá de lo prudente porque las concesiones de distribución pueden llegar hasta 40 años;
separa innecesariamente las actividades correspondientes al monopolio natural de transporte (transmisión y distribución) de electricidad, que en el futuro deberán consolidarse, ya que se podrá generar electricidad a precios competitivos en cualquier parte de la red;

concentra la atención en grandes centrales de generación, por lo que no está claro como van a participar las fuentes no convencionales de energía; y

exige una mayor dotación en la Superintendencia de Electricidad, a consecuencia de tener que servir a todos los consumidores los que estos mismos tendrían que sufragar.