martes, septiembre 30, 2014

Sugerencia para Mariano Rajoy y Artur Mas por una España in(ter)dependiente

6ta actualización: la sugerencia está inmersa al interior de los dos intercambios siguientes:




5ta actualización. El problema de Hong-Kong es el mismo de Catalunya y los territorios de países que quieren seguir siendo independientes, con gobiernos que no garantízan una situación donde ganen, tanto el territorio, como el país.


Estos son los síntomas que identificaron Neil Irwin como la Crisis de fe en la élite global (ver 1ra actualización) y Gideon Rachman como El peligroso resurgimiento del nacionalismo (ver 2da actualización). El problema es que los territorios que se reconocen como perdedores quieren buscar o mantener su independencia.

Sin embargo, lo que ha hecho falta es que todos los páises admitan que necesitan transformarse en países interdependientes. Catalunya y España. la Eurozona o China y Hong Kong, podrían dar el primer ejemplo, haciendo la transformación constitucional correspondiente..

La propuesta de la EcoSiNuestra de menos Estado y más mercado es la principal característica de la civilización sistémica. Menos Estado (y como consecuencia también menos empresas burocráticas) es como se logra que cada funcionario no quede aislado del mercado.

Eso supone Estados que con estadistas sobresalientes impulsen apalancamientos sistémicos positivos (los resultados del país son mayores que los aportes de todos sus territorios) en mercados sobresalientes (también con apalancamiento sistémico positivo), de forma que los territorios y los Estados tengan ambos la posibilidad de ganar, o como dijo sabiamente Steven Covey, no debería haber trato.

4ta actualización: En respuesta a la conclusión pueden ver la nota Intercambio con Pepa del Toro sobre la transformación constitucional

Conclusión: En vez de una reforma constitucional que no sería revolucionaria, Catalunya, Escocia, Tibet, Quebec, etc., como territorios de países que sigen pretendiendo ser independientes, lo que necesitan dichos territorios es en primer lugar una transformación constitucional de sus países que los convierta en interdependientes. Esa transformación necesita ser diseñada para minimizar los desequilibrios que enfrentan dentro de sus países.

En esa transformación de más mercado y menos Estado, los servicios públicos pasarían al sector privado que estaría obligado por la competencia de modelos de negocio a ofrecer un servicio sobresaliente. Son esos servicios sobresalientes los que sumados como un todo caracterizan la emergencia de la civilización sistémica. Impusada por un apalancamiento sistémico positivo, esa clase de servicio, por ejemplo, puede verse en la nota Servicio eléctrico sobresaliente.

De conformidad con la nota Would middle-class 'indignados' prefer direct democracy?, es así como se responde a esos indignados tendrán no solo mejor servicio, sino oportunidades de trabajo y crecimiento. Eso significa que es necesario desmontar toda una serie de regulaciones que impiden las innovaciones que necesitan los países, en especial los que se refieren a los problemas sistémicos en todo el mundo. Es resolviendo esos problemas sistémicos que se podrá desarrollar la gran mayoría de la población del mundo que corresponde a la Base de la Pirámide.

Solo aumentando el impacto de los bienes intangibles para reducir el impacto de los tangibles es que podremos asegurar el equilibrio del mundo. La falta dichas transformaciones constitucionales está llevando a varios países del mundo por un derrotero, que nos está dirigiendo al escenario de una segunda Edad Media. Dichas transformaciones son esenciales para poder pasar a la Edad Dorada de la primera revolución tecnológica de la civilización sistémica..


2da Actualización. Gideon Rachman escribió para el Financial Times el artículo El peligroso resurgimiento del nacionalismo, el cual tiene como subtítulo "Los movimientos separatistas atraen a los votantes, incluso en un mundo de bits y bytes. La respuesta al señor Rachman es que nos presenta los síntomas del problema que sinteticé como la decadencia de la democrácia representativa. Es tiempo de empezar la democracia directa eliminando toda una serie de regulación que generan problemas sistémicos a la gran mayoría de la gente del mundo.


Actualización: Neil Irwin elaboró un análisis noticioso excelente, que se distribuyó en el International Weekly de The New York Times. En el Listín Diario se tituló Crisis de fe en la élite global. En prensa Libre Hay crisis de fe en la élite. Desde el punto de vista síntetico, esa crisis es tan solo un síntoma de un problema mayor; el problema real es la decadencia de la democrácia representativa, que nos dio muchos frutos en el tiempo de los países independientes, pero que ya no tiene sentido en un mundo de países interdependientes.



“No podemos resolver nuestros problemas con el mismo sentido común que usamos cuando los creamos.” - mi adaptación a cita de Albert Einstein


Al igual que otras partes del mundo, he descubierto que los ciudadanos catalanes desean la independencia principalmente por los perjuicios que reciben de la democracia representativa. Sin embargo, en un mundo altamente in(ter)dependiente ese deseo de independencia carece del sentido común emergente que es el que conviene. El problema subyacente de la democracia representativa que viene vulnerando a los catalanes, como también perjudica en esos otros países, desaparece si se cambia de un sentido común viejo de los tiempos de la independencia a uno nuevo de los tiempos de la in(ter)dependencia..

Dicho deseo de los catalanes se basa en un sentido común de países independientes que se ha vuelto obsoleto. Igualmente obsoleta por supuesto es la decisión del Tribunal Constitucional que también se basa en ese mismo sentido común que necesita ser superado con un cambio constitucional, por ejemplo, conforme a la nota Propuesta al G20 para impulsar la democracia directa.

Dado que un nuevo referéndum sería entonces integracionista, en vez de separatista, el argumento central de dicho Tribunal se cae. Igualmente, dicha propuesta serviría de ejemplo a la transformación (no reforma) constitucional que la Unión Europea está necesitando con suma urgencia y eventualmente de otros países y regiones, hasta reorganizar el mundo, como se sugirió al G20.