Lo que más necesita el país, de sus gentes, pero sobre todo de las más enaltecidas e influyentes, es que todos demos la batalla contra estos males
Don Juan Marichal, frustrado como centenares de dominicanos, ha estado pensando marcharse del país si sigue la violencia y el abuso en la sobrefacturación de la electricidad.
Razón tiene para este desaliento.
Pero, por favor, don Juan, no se nos vaya. Lo que más necesita el país, de sus gentes, pero sobre todo de las más enaltecidas e influyentes, es que todos demos la batalla contra estos males.
A la delincuencia hay que enfrentarla con energía, con actos supremos de coraje social, con medidas que ataquen puntualmente algunas de sus causas reales.
Hay que dejar los espacios en que nos han arrinconado con el miedo, y salir a las calles a dar el pecho y a oponerle a los delincuentes la fuerza mayor de la razón, del amor y de la paz.
Con la energía eléctrica, es preciso presionar al Gobierno para que no se deje engatusar por los que se han hecho multimillonarios a costa de unos contratos onerosos para el país que no garantizan un servicio confiable a los usuarios.
Ahora, más que nunca necesitamos a un Juan Marichal para que, emulando sus inolvidables momentos en el montículo, nos ayude a colocar los strikes en el justo centro de nuestras dificultades, para que esta nación, como todo un equipo triunfador, salga adelante en esta contienda.
No se vaya, don Juan, quédese con nosotros... aunque esta lucha se extienda a extrainnings.
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