- Trabajar duro para que los precios reflejen todos los costos (nota: esta es la 2da. conclusión. Si los precios no reflejan los costos, el servicio no puede ser rentable. )
- Lograr un consenso político sobre el uso sin pago de la electricidad, para iniciar a la brevedad la reducción del alto riesgo que impone al sector (nota: esta no es una noticia a la que había que esperar 10 años al BM y al FMI)
- Implantar efectivamente el consenso adoptado (nota: un doliente privado bajo competencia está obligado a ejecutar)
- Cobrar la confiabilidad (nota: los pobres no necesitan pagar mucha confiabilidad, haciendo el servicio más asequible)
- Subsidiar directamente a los consumidores de escasos recursos y no por vía de los servicios (nota: esto también ayuda mucho a que los precios reflejen los costos)
C.K. Prahalad y Allen Hammond |
Al estimular el comercio y el desarrollo en la base de la pirámide económica, las multinacionales podrían mejorar la vida de millones de personas y ayudar a crear un mundo más estable. Alcanzar este objetivo no requiere que las multinacionales lideren iniciativas de desarrollo social a escala global bajo cometidos caritativos. Sólo tienen que actuar persiguiendo sus propios intereses. ¿Cómo? Los autores desarrollan las razones de negocios para entrar a los mercados más pobres del mundo. El 65% de la población mundial gana menos de US$ 2.000 al año, lo cual representa 4.000 millones de personas. Pero a pesar de la enormidad del mercado, éste permanece en gran parte sin explotar. La renuencia para invertir es fácil de comprender, pero ella se ha basado en gran parte en supuestos anticuados sobre el mundo en desarrollo. Mientras los ingresos individuales pueden ser bajos, el poder de compra total de las comunidades pobres es bastante grande, representando un mercado substancial en muchos países. Como estos mercados están en las primeras fases de desarrollo económico, el crecimiento en los ingresos de las multinacionales que entren en ellos puede ser extremadamente rápido. Además pueden reducir costos, no sólo por la mano de obra barata, sino que también al transferir eficiencias e innovaciones operacionales desarrolladas para atender a las operaciones existentes. Por cierto, para tener éxito en estos mercados, las multinacionales deben pensar creativamente. El mayor cambio, sin embargo, debe venir de los ejecutivos: a menos que los líderes confronten sus propios prejuicios –particularmente acerca del valor de las empresas de volúmenes altos y bajos márgenes– es improbable que las compañías estén a la altura de los desafíos o cosechen las recompensas de estos mercados en desarrollo. Reimpresión R0508H–E |