martes, febrero 05, 2008

Detengamos el robo energético

Por Mario Rivadulla

Fue feliz, oportuna y provechosa la iniciativa de la Comisión Nacional de Energía que preside Arístides Fernández Zucco de organizar la I Semana Internacional de la Energía, un evento que se quiere tenga permanencia con frecuencia anual y sea manejado por una Fundación que lo mantenga al margen de los vaivenes políticos y cambios de gobierno.

Durante los días que duró el encuentro se dejaron escuchar exposiciones muy interesantes y orientadoras sobre el vital tema energético, tanto de especialistas nacionales como extranjeros. Al mismo tiempo, estuvieron a la vista y conocimiento del público en diversos stands diferentes proyectos de energía alternativa, algunos de los cuales ya se encuentran en proceso de ejecución.

Como certeramente expresó en una de sus intervenciones Fernández Zucco, nuestro petróleo es el aire, el sol y el agua por lo que tenemos que aprovechar esos elementos al máximo para hacernos cada vez menos dependientes de la importación de los combustibles fósiles, cuyos elevados precios constituyen una especie de dogal para la economía dominicana que afecta tanto las finanzas públicas como las actividades productivas y el presupuesto familiar.

El funcionario hizo hincapié además, en algo que hemos venido repitiendo en esta tribuna desde hace mucho tiempo: es que tenemos que cobrar conciencia de que somos un país de recursos limitados, por lo que no podemos permitirnos el lujo de seguir dispendiendo los mismos como si tuviéramos de sobra para botarlos. Más claro: somos pobres y no podemos pretender vivir como ricos, al menos mientras no salgamos de la pobreza.

Pero sobre todo, Fernández Zucco rubricó la intervención a que hacemos referencia con una exhortación terminante y vehemente a pagar el consumo de energía. Es necesario hacer insistencia en este punto, porque alrededor del mismo es que se sustentan las posibilidades de contar con un servicio energético eficiente, estable y, en el tiempo, con la razonable oportunidad de prestarlo en condiciones más económicas para los usuarios.

Precisamente en el marco de este evento, la Cámara Británica de Comercio, que ha dado seguimiento al tema patrocinando la presentación en el país de expertos en la materia, promovió por segunda ocasión la del especialista John Heath, reputado miembro de la firma de Asesores Internacionales Independientes Adam Smith, con sede en Londres.

Durante su detallada exposición, Heath, quien posee una vasta experiencia por los servicios de asesoría que ha prestado en numerosos países en el campo energético y es un profundo conocedor de la problemática que confronta el sistema eléctrico nacional, destacó algunos avances que se han obtenido. Entre éstos, resaltan la captación de más de 150 mil nuevos usuarios y la significativa reducción en las pérdidas de transmisión de energía.

Pero también puso el dedo sobre la llaga del problema nodal: es el fraude eléctrico, el robo de energía, destacando que al presente todavía las distribuidoras apenas logran cobrar el 60 por ciento de la que sirven, cuando el mínimo de cobranza necesario para garantizar un servicio razonable está en el rango de entre el 85 y el 90 por ciento.

Es obvio que con una pérdida tan apreciable, con tanta gente robándose la luz, y conste que los mayores hurtos se registran entre usuarios de consumo medio alto y alto, ningún sistema puede sostenerse ni brindar un servicio eficiente y económico.

Hoy por hoy, nuestro país sigue figurando entre los 8 del mundo donde se producen mayores pérdidas en el sector energético. Como si fuese poco, un reciente informe del Foro Económico Mundial, como señalaron Heath y el propio Presidente de la Cámara Británica, Roberto Herrera, la oferta eléctrica de nuestro país figura en el puesto 130 de un total de 131 países analizados. ¡Peor no puede ser!

El tema es de suma importancia, porque si bien hasta ahora el sistema se ha mantenido con todas sus limitaciones sobre la base del cuantioso subsidio que aporta el Estado de 800 millones de dólares, es evidente que el mismo no podrá mantenerse de manera indefinida. Y hay que imaginarse las consecuencias que acarrearía el día que esto ocurra.

Entonces la coyuntura que enfrentamos es inapelable: o hacemos auto sostenible el sistema pagando el consumo o nos abocamos a la triste realidad de un día amanecer con el país apagado, cuando ya el Estado no pueda distraer más fondos, salidos de los bolsillos de los contribuyentes, para cubrir la brecha de los mala pagas.

Enlace a la noticia original del Listín Diario


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