lunes, septiembre 26, 2016

Al Dr. Molina Morillo: como Haberkorn renuncié, pero ahora aspiro a presidir el Consejo Económco y Social dominicano

Esta es una respuesta a la columna "Del Director" del matutino El Día del lunes 2 de septiembre de 2016. Se trata de los muy interesantes "Mis Buenos Días" del Dr. Rafael Molina Morillo, que en esta ocasión es ¡Renunció! Para facilitar al lector, repito su tecto al final de esta nota. Ayer un amigo nos adelantó en un PDF la carta de Leonardo Haberkorn con el asunto "Emailing - Con mi música." 

Lo que sigue es lo que le contesté con copia a los demás.


Gracias.... Es muy interesante. Se parece mucho a la razón por la que dejé de dar clases en INTEC a principio de este siglo.. 

¿Será el fin de la historia? Pero de la historia de la civilización industrial que opera en su zona sobre-saturada. donde lo normal son la ética de la superficialidad (es parte del relato que hizo Steve R. Covey en 1990 enque la llamó la ética de la personalisdad, con su best seller de los 7 hábitos de la gente eficaz) y las colaboraciones de cantidad, donde el poder de la violencia y del dinero nos gobiernan desde que finalizó la segunda guerra mundial (muchos de nosotros nos retrasamos en verlo venir). El mundo es dominado por un pensamiento de grupo (groupthink) que no entiende que el mundo cambió y mucho. 

Entiendo que el éxito de Steve Jobs estuvo en su Reality Distorsion Field que le permitía saltar el "Groupthink" y que descubrí corresponde algo que se describe en el libro "Presence: human purpose and the field of the future," del cual pueden empezar por leer este resumen. Ese Field of the Future es lo que vengo llamando la civilización sistémica.

Es el momento de saltar a la civilización sistémica, donde la pasión es parte de regresar a la ética del carácter (de 200 años anteriores a dicha guerra según Covey) y a las colaboraciones de cantidad, donde le poder de la sabiduría es la que gobierna. Es la clase de ejemplo que he venido haciendo desde hace mucho rato. Mucho conocimiento de la civilización industrial está perdiendo valor y nuevos conocimientos están llegando para la civilización sistémica. Los cambios en educación, organización y disciplina, que anticipó Shoemacher en su serie de artículos "Lo pequeño es bello," cobran mucha vigencia ahora. 

Al respecto, aprovecho esta interesante audiencia de intelectuales para poner a tocar mi música, por ejemplo, con la última de mis cuñas orientada a la ética del carácter que es la clave de la gente sobresaliente.. Sugiero que consideren la colaboración de calidad Aspiración del Dr. Vanderhorst Silverio a presidir el Consejo Económco y Social dominicano. Espero que los más apasionados quieran colaborar en lo que dice el párrafo que se refiere a la nota Eamonn Kelly's 'Emergence' scenario is the answer to financial, political, social anti-systems unvailed by 'hard to beat' Mohamed el-Erian.

Sin querer tratar de demostrar que yo sé más que muchos de ustedes, lo que he realizado no es la tradicional busqueda de la verdad académica cartesiana. Por favor, no salten a conclusiones dominados por el viejo paradigma industrial. Si miran de cerca las notas, se trata de experimentos de pensamientos, que llevan actualizaciones para tratar de aprender del futuro emergente. Desde luego, si quieren aclaraciones, diganlo. Si no les interesa mi intervención sin pedir permiso, con mucho gusto lo retiro de este intercambio. 

Saludos,

José Antonio

A seguidas el texto de ¡Renuncio!

El periodista y académico uruguayo Leonardo Haberkorn renunció el año pasado a seguir dando clases en la carrera de Comunicación en la universidad ORT de Montevideo, mediante esta carta que ha conmovido al mundo de la Educación:

“Después de muchos, muchos años, hoy di clase en la universidad por última vez. Me cansé de pelear contra los celulares, contra WhatsApp y Facebook. Me ganaron. Me rindo. Tiro la toalla.

Me cansé de estar hablando de asuntos que a mí me apasionan ante muchachos que no pueden despegar la vista de un teléfono que no cesa de recibir selfies.

“Claro, es cierto, no todos son así. Pero cada vez son más. Hasta hace tres o cuatro años la exhortación a dejar el teléfono de lado durante 90 minutos –aunque solo fuera para no ser maleducados- todavía tenía algún efecto.

Ya no. Puede ser que sea yo, que me haya desgastado demasiado en el combate. O que esté haciendo algo mal.

“Pero hay algo cierto: muchos de estos chicos no tienen conciencia de lo ofensivo e hiriente que es lo que hacen. Además, cada vez es más difícil explicar cómo funciona el periodismo ante gente que no lo consume ni le ve sentido a estar informado.

“Esta semana en clase salió el tema Venezuela. Solo una estudiante entre 20 pudo decir lo básico del conflicto. Lo muy básico.

El resto no tenía ni la más mínima idea. Les pregunté si sabían qué uruguayo estaba en medio de esa tormenta. Obviamente, ninguno sabía.

Les pregunté si conocían quién es Almagro. Silencio. A las cansadas, desde el fondo del salón, una única chica balbuceó: ¿no era el canciller?

“Así con todo. ¿Qué es lo que pasa en Siria? Silencio.

“¿Qué partido es más liberal, o está más a la “izquierda” en Estados Unidos, los demócratas o los republicanos? Silencio.

“¿Saben quién es Vargas Llosa? ¡Sí!

“¿Alguno leyó alguno de sus libros? No, ninguno.

“Lamento que los jóvenes no pueden dejar el celular, ni aún en clase. Conectar a gente tan desinformada con el periodismo es complicado. Es como enseñar botánica a alguien que viene de un planeta donde no existen los vegetales.

“En un ejercicio en el que debían salir a buscar una noticia a la calle, una estudiante regresó con la noticia de que todavía se venden diarios y revistas en las calles….

“Llega un momento en que ser periodista te juega en contra. Porque uno está entrenado en ponerse en los zapatos del otro, cultiva la empatía como herramienta básica de trabajo.

Y entonces ve que a estos muchachos -que siguen teniendo la inteligencia, la simpatía y la calidez de siempre- los estafaron, que la culpa no es solo de ellos. Que la incultura, el desinterés y la ajenidad no les nacieron solos.

Que les fueron matando la curiosidad y que, con cada maestra que dejó de corregirles las faltas de ortografía, les enseñaron que todo da más o menos lo mismo.

“Entonces, cuando uno comprende que ellos también son víctimas, casi sin darse cuenta va bajando la guardia.
“Y lo malo termina siendo aprobado como mediocre; lo mediocre pasa por bueno; y lo bueno, las pocas veces que llega, se celebra como si fuera brillante.

No quiero ser parte de ese círculo perverso. Nunca fui así y no lo seré.
“Lo que hago, siempre me gustó hacerlo bien. Lo mejor posible. Y no soporto el desinterés ante cada pregunta que hago y se contesta con el silencio. Silencio. Silencio. Silencio.

“Ellos querían que terminara la clase.
“Yo también”.
(Gentileza de Leo Carreño)
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