Dos párrafos claves del comentario son los siguientes:
El mercado eléctrico es un clásico ejemplo en el que se puede estudiar lo que trae consigo la intervención estatal en la economía. Por un lado se legislan todos y cada uno de los aspectos de la generación, distribución y consumo eléctrico, con las correspondientes directivas, leyes, reales decretos, reglamentos y órdenes ministeriales. Acto seguido se instaura la perceptiva autorización administrativa que se hace necesaria para cualquier cambio que se quiere realizar. Y posteriormente se establecen precios máximos para esta prestación. El resultado, es claro: las necesidades del consumidor no son satisfechas.Aquí en República Dominicana tenemos un gran mercado negro desde hace mucho tiempo. Por ejemplo, el arreglo de contadores y el arreglo de cuentas al interno de las distribuidoras. En vez de liberar el mercado, llegarán chilenos "experimentados" para mantener por un tiempo el "status quo." Adelanto, que si no se libera en la práctica el mercado minorista, en uno o dos años después que cojan el piso aperecerán nuevos efectos secundarios más difíciles de enfrentar. La razón es que se estará yendo en contra de la corriente, que es tificada por la Tercera Ola de Alvin Toffler.
El mercado eléctrico podría funcionar como cualquier otro mercado, o lo que es lo mismo, con su correspondiente curva de demanda (la gente quiere electricidad y dependiendo del precio está dispuesta a consumir más o menos) y su correspondiente curva de oferta (existen unos suministradores que dependiendo del precio están dispuestos a ofertar más o menos electricidad al mercado). En algún punto estas dos curvas se cruzan y se satisface tanto las espectativas del consumidor como las del productor. No obstante este mecanismo tan sencillo no termina de gustar a la clase política ya que está fuera de su control, así que deciden adoptar diversas medidas, entre las que se encuentran los precios máximos.
Pero el problema dominicano es mucho más complicado que el que enfrentó Chile en la dictadura de Pinochet. El mundo de hoy es muy diferente, en cuanto al problema social y a las herramientas de alta tecnología (high tech) que deben ser combinadas con herramientas de alto toque (high touch). En la clase política dominicana está la responsabilidad de asegurar que se acabe el mercado negro y los apagones, iniciando lo más pronto posible la liberación del mercado de electricidad.
Los precios máximos (que son fruto de una época cuando no era factible individualizar los precios por altos costos de transacción) hacen que muchos clientes tengan que pagar por cosas que no necesitan y que se derrochan. El progreso tecnológico requiere que cada cliente pague un precio de electricidad conforme a la calidad que necesita y ese propio progreso le crea a los dominicanos una gran oportunidad para transformar su mercado eléctrico en uno vibrante en unos pocos años. Esa es la receta de un servicio eléctrico de alta eficiencia. Por eso el International Energy Agency (del G8) promueve la Eficiencia Energética y el Demand Response.
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