Como recomendación final, para abordar la situación se debe:
Reducir el déficit de capacidad lo más pronto posible
• Dejar en segundo plano cualquier refinamiento no esencial hasta tanto se obtenga un servicio aceptable
• Ayudar a garantizar que el país esté cada vez mejor preparado para competir en las industrias de exportación donde puede o debe tener alguna ventaja
• Evitar cargarle costos innecesarios a la electricidad, como las tendencias impositivas
• Simplificar aún más los organismos directivos
• Aprovechar la experiencia de gestión del sector privado dominicano en los organismos de decisión
• Garantizar las reglas de juego anteriores hasta su expiración, honrando los compromisos contractuales ya realizados
Trabajar duro para que los precios reflejen todos los costos
• Lograr un consenso político sobre el uso sin pago de la electricidad, para iniciar a la brevedad la reducción del alto riesgo que impone al sector
• Implantar efectivamente el consenso adoptado
• Cobrar la confiabilidad
• Subsidiar directamente a los consumidores de escasos recursos y no por vía de los servicios
Iniciar la reducción de los apagones no programados, para llevarlos a su mínima expresión en la segunda etapa estratégica.
Es evidente que los sucesivos gobiernos se han ponchado en las otras dos grandes recomendaciones. Es además vergonzoso ir a Gran Bretaña para que el Adam Smith Institute diga que debemos lograr un consenso político sobre uso ilícito de la electricidad. Que el consenso adoptado se implante y que se subsidie directamente a los consuidores de escasos recursos. Ellos no entienden todavía como cobrar la confiabilidad, que es el centro de la Electricidad SCP.
La tercera recomendación es parte integral también de la Electricidad SCP. Aunque parece un contrasentido, la operación con ultracalidad es la clave para diferenciar el país, separándonos de los demás países competidores en el segmento de mercado de empresas con altos costos de desabastecimiento.
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