Dos fórmulas que me gustan
Tomado de los Buenos Días del Dr. Rafael Molina Morillo
Sé que es un pleito perdido, pero tengo que echarlo, si he de ser fiel a mis convicciones.
Me refiero al pedido de ciertas congregaciones evangélicas para que se pueda votar en blanco cuando ninguno de los candidatos presidenciales sea del agrado del ciudadano sufragante. Basándose en argumentos legalistas, la Junta Central Electoral se negó a validar dicha pretensión.
Pero a mí, repito, me gusta la idea del voto en blanco porque el mismo me da la oportunidad de decirle al que gane y al que pierda, que ninguno de los dos, o de los tres, o de los cuatro, me gusta.
También se puede dar el caso de que una mayoría de personas vote en blanco, y por lo tanto el gobierno que resulte de una votación así, no sería representativo.
Otra formula que me gusta en material electoral es la del voto revocatorio, que consiste en el derecho que asiste al pueblo para, a mitad de período, cambiar al gobierno si éste no ha cumplido cabalmente con las espectativas creadas. Así es en Venezuela, por ejemplo.
Insertar estas modalidades en nuestra legislación puede parecer un sueño. Pero como sonar no cuesta nada, aquí dejo la idea para quien quiera acompañarme en mi paseo por los predios de Morfeo. ¡Sean todos bienvenidos al mundo del ensueño!
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