La llamada "revolución verde", que hizo posible elevar la producción agrícola con la introducción de nuevas semillas y técnicas de producción, descansó en la aplicación intensiva de fertilizantes químicos, herbicidas e insecticidas, expansión de las áreas irrigadas con bombas, conservación de productos mediante refrigeración, esterilización y desecación, y el uso de equipos mecánicos como tractores y cosechadoras combinadas.
Los rendimientos por tarea de tierra subieron de forma impresionante, y se elevó la producción de leche y carne. Facilidades productivas, como los invernaderos y las granjas de pollos, se convirtieron en operaciones de "ensamblaje" en línea, en locales climatizados.
Pero todo ese esquema productivo se desarrolló sobre la base del petróleo y sus derivados. Para producir abonos y pesticidas. Para mover bombas y tractores. Para regular temperaturas. Para generar electricidad. Para operar factorías. Para llevar los productos a los centros de consumo.
Hay técnicas "orgánicas" de producción, cuyos productos tienen una creciente demanda en los países de mayor ingreso, pero el hecho es que no va a ser fácil transformar la producción sin que se eleven los costos o bajen los rendimientos.
La República Dominicana depende totalmente de petróleo importado para suplir su demanda interna. En más de una ocasión hemos sufrido escasez de combustibles porque un barco se ha retrasado, o por falta de divisas para pagar.
La generación de electricidad es precaria. Estamos a expensas de la permanencia y buena voluntad de Chávez. Cualquier variación en el valor del peso en dólares altera los costos de producción agrícolas. Ante esas realidades, ¿puede hablarse de seguridad alimentaria sin tener seguridad energética? El objetivo es válido, pero su interpretación tiene que adecuarse a nuestras limitaciones.
Original de Gustavo Volmar en su columna GV. - Global y variable
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