Hay enfermedades virales muy persistentes. Cuando se cree que han sido vencidas sobreviene una recaída. Sólo después de varias semanas desaparecen.
La crisis del sector eléctrico en la RD tiene esos mismos rasgos, excepto que ya lleva más de cuarenta años. Hay apagones de varios tipos. Por mantenimiento de instalaciones. Por averías de líneas o plantas. Porque no llegó el barco con el combustible. O porque no hay dinero para pagarle a los generadores. Y la energía sigue siendo muy costosa.
Se compara esa situación con la de las comunicaciones. De una sola empresa telefónica hemos pasado a tener varias, que compiten entre ellas. El servicio es eficiente y está bien supervisado.
Lo que ocurrió con las comunicaciones fue la extinción de un monopolio privado, que operaba con un contrato con el Estado, en momentos en que no existía una crisis en el sector. La nueva competencia cumplió su papel, que era reemplazar el control estatal de las tarifas. Fue una desregulación gradual y limitada.
En el sector eléctrico lo que hubo fue una privatización parcial para tratar de resolver una crisis. El Estado se quedó con las hidroeléctricas y la transmisión, y privatizó la generación y la distribución. El esquema lucía lógico, pero no se previeron varias cosas.
Que el gran déficit de energía existente daría a los generadores un gran poder de negociación.
Que se firmarían contratos onerosos con generadores de altos costos.
Que por razones políticas el Estado continuaría subsidiando la electricidad.
Que la CDEEE trataría de contratar plantas no hidroeléctricas.
Que la falta de pago de los subsidios quebraría a las distribuidoras y desalentaría la entrada de nuevos generadores privados que aumentaran la capacidad instalada y la competencia.
Que la privatización no resolvería la sustracción de energía.
Y que el Estado readquiriría las distribuidoras.
gvolmar@diariolibre.com
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