Actualización: La Despolitización es Necesaria, Pero No Suficiente
La primera parte del editorial Apagones: carga muy onerosa, emitido el 30 de marzo del 2009, en Hoy Digital, es muy importante y oportuna en este momento de grandes definiciones. Con los nombramientos de Enrique Ramírez en la Comisión Nacional de Energía (CNE) y Celso Marranzini en la CDEEE se ha abierto una ventana para la solución definitiva de la crisis, la cual entiendo se puede cerrar en breve plazo con el nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) perjudicándonos grandemente. Esa es precisamente la razón del eMail Enviado: Acción Urgente ante BID y BM por Cambio Plan Electricidad.
Ese crucial acuerdo estará amparado en las definiciones que resulten del apoyo de los inteligentes e importantes expertos de los Bancos Interamericano de Desarrollo (BID) y Mundial (BM). Es evidente que no nos podemos dar el lujo de equivocarnos otra vez más. Es absolutamente necesario que la CNE asuma el reto de implantar la propuesta de solución definitiva, algunos de cuyos elementos divulgué en la entrevista en el programa Uno+Uno de Teleantillas. Dicha entrevista fue recogida en una noticia del periódico Hoy, sobre la cual preparé la nota El Dr. Vanderhorst Silverio Aclara su Propuesta.
Cabe agregar, como se explica en la nota Genio del “Y además:” Atraer Inversiones y Aumentar Eficiencia, que “debemos ponernos de acuerdo a lo interno para lograr el apoyo del BID, el BM y el FMI de que empleemos el Genio de ‘Y además,’ para buscar dos metas al mismo tiempo: atraer el capital productivo de largo plazo y aumentar grandemente la eficiencia del sector con el desarrollo de los recursos de la demanda.” Como expliqué en la entrevista, la capitalización está amparada en una reestructuración dirigida a atraer inversiones de capital financiero de corto plazo, pero no contempla la imperiosa necesidad de que aumentemos la eficiencia. La CNE, con el apoyo de el BID, el BM, la CDEEE y la Superintendencia de Electricidad, necesita hacerse caso de su alta responsabilidad para tomar el liderazgo del proceso, para ejecutar el plan (incorporando los avances logrados a la fecha) que preparé para el eje de electricidad del Plan Nacional de Competitividad Sistémica en el 2006.
Para sustentar aun más el cambio de paradigma, dicho editorial puede considerarse como una clara expresión del pensamiento convencional inteligente y avanzado de la sociedad dominicana, pero que lamentablemente sigue estando altamente influenciado por los viejos paradigmas de la CDE y de la capitalización. Esas influencias ocultan la realidad emergente al sostenerse con suposiciones defectuosas y por tanto desorientan en la búsqueda de la solución definitiva.
Por ejemplo, la influencia de esos paradigmas nos llevan a creer que lo que tenemos es un problema de suministro, cuando los dominicanos lo que tenemos es un gigantesco y complejo problema de consumo. Si resolvemos el problema de consumo, el de suministro se simplifica grandemente y no lo contrario.
En efecto, si algo pudimos aprender de la capitalización es que el problema de suministro se resuelve fácilmente, como lo dijo el afamado diseñador del M.I.T. Donald Norman, cuando expresó que “... la tecnología es la parte que se puede cambiar relativamente fácil. Las partes difíciles son la social, la organizacional y la cultural.” En nuestro caso, la solución definitiva se logra cambiando la parte organizacional, como se explica en el eMail Enviado: Enrique Ramírez, Celso Marranzini y otra Declaración de Interdependencia.
Vale destacar que por la ingrata y todavía poderosa influencia del paradigma de la CDE, el liderazgo de la solución definitiva aparenta ser responsabilidad de la CDEEE, cuando el liderazgo de la necesaria y urgente transformación le compete a la CNE, con el decidido apoyo de todos los sectores. Otras explicaciones del necesario cambio de plan sigue a continuación.
Pues bien, ese gigantesco y complejo problema de consumo ha sido impulsado por una cultura excesivamente clientelista y derrochadora, impulsada precisamente por el obsoleto paradigma de la CDE (y la CDEEE). Dado que el primer objetivo básico de la Ley General de Electricidad 125-01 impone una solución igual a la de la CDE, restringida en el desarrollo de los recursos de la oferta, considerando la demanda como una externalidad, es una parte organizacional que no satisface nuestras verdaderas necesidades.
Necesitamos observar que el país tiene una demanda de electricidad al nivel de los medidores que simplemente no puede pagar y por lo tanto se necesita una ley sostenible que tenga los incentivos correctos, que impulsen el ahorro en vez del derroche que impulsan los incentivos perversos que tiene la Ley 125-01. Esos incentivos correctos son parte integral de la innovación básica organizacional de la EWPC, que es una plataforma desarrollista con vocación a impulsar el renacimiento de la industria eléctrica global, como se explica en el eMail Enviado: ¿Jugarreta Balagueriana o Renacimiento del Sector Eléctrico?. Esa vocación se puede sintetizar en la necesidad global de un paradigma de racionamiento racional de la energía que ha dejado de ser barata en un mundo emergente amparado en la información barata.
No cabe duda que para enfrentar más fácilmente el clientelismo que induce al derroche, la nueva ley permitirá aumentar la competitividad al eliminar la actual discriminación que divide a los clientes en regulados y no regulados en un mercado competitivo. Aparte del clientelismo, pero no menos importante, el principal instrumento que impulsa el mencionado atraso bajo el sistema impuesto por la Ley 125-01 es la receta simplista, no simple como debería ser, del índice de recuperación de efectivo (CRI, cifras en inglés) que impuso el FMI con la asesoría de expertos del Banco Mundial. En efecto, la receta simplista del CRI es la que ha impulsado la carga onerosa de los apagones que señala el referido editorial y que ha destruido y sigue destruyendo un inmenso bienestar social desde que se implantó bajo el pasado acuerdo con el FMI.
La razón por la que la receta simplista del CRI impulsa esa gigantesca destrucción de bienestar social, es porque no considera el costo de desabastecimiento que introduce en la economía. No podemos darnos el lujo de que esa defectuosa receta siga en pie. Por tanto, necesitamos que el gobierno dominicano y la banca multilateral cambien su política del CRI a una que esté diseñada a perseguir el máximo bienestar social.
No solo para salir del primitivismo, que nos coloca en el puesto 133 de una lista del Foro Económico Mundial de 134 países, sino para colocarnos en los primeros lugares de dicha lista, necesitamos una ley emergente que permita el desarrollo e integración de los recursos del lado de la demanda al sistema interconectado. Esa nueva ley permitirá aprovechar inmensos ahorros por coordinación en dicho lado, incentivando la inversión en tecnología, a ser financiada con capital productivo de largo plazo, la cual se puede cambiar relativamente fácil. El cambio organizacional de esta nueva ley impulsará un cambio social y cultural combinado, con servicio individualizado de racionamiento racional, más simple, digerible y mucho menos costoso que el que se ha propuesto con la sola criminalización del fraude, basada en la simplista receta del CRI que produce el racionamiento socializado totalmente irracional.
El editorial destaca los grandes costos de los apagones y ayuda a abrir la puerta al nuevo paradigma que aparece en el artículo a Dominican strategy, que la prestigiosa revista IEEE Power & Energy me publicó en su emisión de mayo-junio del 2006. La esencia del artículo es que es más difícil reducir el costo de abastecimiento a los consumidores, que depende de combustibles importados, que reducir el de desabastecimiento con un cambio de paradigma de un sistema con amarres ineficaces a otro que sean eficaces.
Cabe destacar también, que detrás de ese editorial se confunde la diferencia entre un sistema interconectado con pocos apagones y una creencia generalizada de que con la introducción de grandes plantas de menor consumo se puede solucionar la crisis sistémica de grandes proporciones que estamos padeciendo los dominicanos bajo la Ley General de Electricidad 125-01. Dicha ley no ofrece los incentivos para atraer la inversión en reservas de generación del orden del 50 por ciento de la demanda a abastecer, que se necesitan, especialmente en un mundo con gran incertidumbre futura.
Peor aún, dicha ley y los paradigmas que impulsan no toman en cuenta las grandes reservas que ya disponemos en el país en poder de los consumidores y que las más eficientes se están usando con un factor de planta muy reducido. Al crear un mercado minorista bien diseñado esas reservas en poder de los consumidores serían mucho más eficaces que aquellas reservas instaladas en centrales alejadas de los centros de consumo. El máximo bienestar social se debe lograr con una combinación óptima del desarrollo de los recursos del lado de la oferta y los del lado de la demanda.
Si decidimos adoptar con la mayor brevedad mi propuesta que define los incentivos correctos para enfrentar las grandes deficiencias en el consumo y sirve para perseguir el máximo bienestar social, los incentivos al suministro serán muy sencillos. Así, las plantas de peor rendimiento y altamente contaminantes en poder de los consumidores dejarán de ponerse en marcha.
Una de esas reservas emergentes, que es muy sofisticada, es aquella del almacenamiento de energía en inversores a batería, que al integrarse al sistema interconectado resultará en un valioso recurso del lado de la demanda y al que que se les está dando un uso totalmente subvaluado e inadecuado. Ese almacenamiento sería un aporte importantísimo de seguridad de suministro al integrarlos por medio de transacciones en los mercados minorista y mayorista.
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