© José Antonio Vanderhorst Silverio, PhD
Semilla Orgánica del GMH
En consonancia con mi artículo “El Trabajo no es Castigo”, del 26 de mayo, aprovecho uno publicado en esta fecha en el New York Times. Con “Honor Thy Teacher” (Honra Tu Maestro), Matt Miller, da en el clavo sobre como resolver uno de los graves problemas de la educación. El sugiere “un compromiso para convertir en millonarios a los mejores maestros para cuando se retiren.” Dice también que “hecha bien, esta idea sería una victoria para los muchachos y muchachas, los maestros, los gremios de profesores y las encuestas.” Agrega que el conflicto entre políticos y los gremios resulta en tal destrucción de valor que impide una educación de calidad a los estudiantes pobres.
El Sr Miller sugiere cambiar los aumentos generales de salarios, por un sistema que premia a los mejores profesores y saca de circulación bien rápido a los malos profesores. Para esos malos profesores “Enseñar es un Castigo.” Así, la educación pública entra al mercado de talento y compite con la industria y el comercio al ofrecer condiciones que los profesores de vocación y talento (que de otro modo no se quedan en educación) no podrán rechazar, Estos son profesores para los cuales “Enseñar no es Castigo”.
Con un sistema de remuneración que satisface el Criterio de Wiener, la tasa de retorno a la inversión de en educación, por parte de los contribuyentes, sería la mayor posible. El desarrollo del talento nacional, sin importar lo humilde de su extracción inicial, lo cobraría la nación múltiples veces. Estoy seguro que detrás de todo esto existe un verdadero pensamiento sistémico que transforma los actuales círculos viciosos en futuros círculos virtuosos.
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