Los dominicanos debemos acoger gratamente la publicación “La ruta hacia el crecimiento sostenible en la República Dominicana: fiscalidad, competitividad, institucionalidad y electricidad,” elaborado por varios consultores contratados por el Banco Interamericano de Desarrollo, que rindieron informes hasta marzo del 2009. El objetivo de dicha publicación es “contribuir a la profundización del análisis de algunos de los temas que integran la agenda de desarrollo, con miras a promover el diálogo y la búsqueda de soluciones a los principales retos que actualmente enfrenta el país.” Esta síntesis trata de contribuir positivamente al mencionado diálogo.
Gina Montiel, la gerente líder de la producción de dicha publicación, luego de introducir la fiscalidad, la competitividad y la electricidad afirma que “el eslabón común a los tres grandes desafíos antes nombrados es la necesidad de fortalecer su marco institucional.” La institucionalidad conlleva un enfoque bajo el novedoso concepto de la gobernanza.
Para facilitar la comprensión del concepto de gobernaza, recojo de esa publicación los siguientes índices representativos: 1) voz y rendición de cuentas, 2) estabilidad política, 3) efectividad gubernamental, 4) calidad regulatoria, 5) estado de derecho y 6) control de la corrupción. Es evidente que estos índices del sistema total en su conjunto son interdependientes y por tanto sistémicos.
Para establecer el marco estratégico de la publicación, el consultor y editor Manuel Agosin concluye el capítulo 1, titulado “El desarrollo económico y social: oportunidades y desafíos,” diciendo que “Desde luego, existen otros problemas, entre los cuales está el mejoramiento de la educación y la modernización del sector financiero. Las restricciones al crecimiento provenientes de estos problemas continuarán latentes. En el mediano plazo, sin embargo, las medidas adecuadas que se adopten para los cuatro frentes identificados más arriba podrían otorgarle al país otro período de crecimiento acelerado.”
Los autores definen el desafío de la electricidad como un problema de gobernanza. El consultor Carlos Rufin sintetiza la esencia de ese problema cuando dice que “El cálculo político es que los colectivos así favorecidos prefieren la mezcla de precios bajos con servicio limitado a un servicio mejor a precios más altos.” La ilusión de una política de precios bajos da como resultado una realidad de costos mucho más elevados que lo normal.
Agosin dice que “En el mediano y largo plazo, la República Dominicana deberá identificar y desarrollar nuevos sectores en los que podría hacerse competitiva internacionalmente.” Como aparece en la nota Plan de Nación sin la Quimera de la Electricidad Barata, la electricidad debe ser lo que más nos importa en nuestra estrategia de competitividad e innovación. Una excepción notable al posicionamiento competitivo del país en materia de inversión en Ciencia, Tecnología e Innovación es que el sector eléctrico no necesita esperar.
Dicha nota dice que la revista Technology Review publicó un artículo en abril del 2005, titulado "What Matters Most Depends on Where You Are" (lo que más importa depende de donde estas). Dicen que "cada país revela sus propias preocupaciones, usualmente nacen de su historia peculiar y las circunstancias actuales. Dicen también que "hasta esas innovaciones que más directamente enfrentan necesidades urgentes regionales prueban tener aplicación para todo el planeta. Documentan 7 países que examinaron "cuáles tecnologías emergentes son las más importantes para las sociedades y economías de las naciones, y para explicar que hace esas tecnologías características únicas de esos países.”
Desde el punto de vista de la estrategia sugerida por Rufin, “que corresponde al esquema actual, sigue ofreciendo las mejores posibilidades para cumplir con los cuatro criterios de selección,” hace falta agregar dos criterios adicionales relacionados a los costos de la electricidad: 1) el aprovechamiento económico de la excesiva inversión que han hecho los consumidores que sería clave para lograr grandes ahorros por coordinación en un mercado minorista y 2) el potencial de exportación de bienes y servicios en el mercado global de la solución. Ambos criterios impulsan el desarrollo orgánico de redes inteligentes de forma incremental con dicha capacidad instalada para ofrecer un servicio de alta confiabilidad y calidad en las zonas geográficas seleccionadas que no se pueden ofrecer con el esquema actual.
De la publicación resulta evidente que la crisis sistémica de grandes proporciones del sector eléctrico ha contagiado severamente los frentes de fiscalidad y competitividad. En el debate debe tenerse muy presente que sería muy costoso para el país desperdiciar las grandes oportunidades subyacentes en esa crisis sistémica para contentarnos con un sector eléctrico que apoye marginalmente los desafíos de fiscalidad y competitividad en el mundo emergente. Por el contrario, en el debate debemos centrar la atención en una restructuración integral del sector eléctrico con visión de futuro y alcance transable que se refuerce mutuamente con la fiscalidad, la competitividad y la institucionalidad.
De apoyar el sector eléctrico grandemente el desafío de competitividad, apoyaría igualmente el desafío de fiscalidad. Para que no desperdiciemos la crisis, rescato lo que sugiere el consultor Carlos Rufin en una “estrategia de actuación: conseguir los cambios propuestos exige una presión muy fuerte sobre el gobierno para que renuncie a lo que la lógica política imperante considera instrumentos esenciales de poder. Existe, además, el desafío de comprometer a gobiernos futuros para que no reviertan este cambio.”
En cuanto a la viabilidad política, Rufin agrega que “… hay que examinar las posibilidades de implantación de las propuestas. Ello implica ver si las propuestas exigen una nueva legislación; si son consistentes con el marco constitucional; si vulneran los intereses de grupos poderosos que pudieran bloquearlas; y si los actores encargados de su puesta en marcha, particularmente los actores estatales, tienen la capacidad técnica y el apoyo de sus superiores para cumplir con sus responsabilidades. También puede ser necesario considerar la compensación a los intereses perjudicados para evitar su oposición.”
Todos esos aspectos son mucho más manejables si se logra la voluntad política de que el Estado renuncie a los mencionados instrumentos de poder para impulsar la governanza que requerimos para colocarnos a la vanguardia de los sectores eléctricos del mundo. Al igual que las zonas francas y el turismo que se desarrollaron desde cero durante la década perdida, el desarrollo de un sector eléctrico completamente funcional desde cero a partir de medio siglo perdido debe ser el eje central de la estrategia dominicana.
La aceleración necesaria para que emerjan nuevos sectores transables de la economía que le impartan un mayor dinamismo a las exportaciones y al producto puede basarse en un sector eléctrico que contribuya en la atracción de esas inversiones. Esos sectores son aquellos que aprovechan la cogeneración de electricidad reduciendo el consumo de la factura petrolera. Para atraerlos, se necesita el desarrollo de un mercado vibrante de generación y comercialización de electricidad al por mayor y al detalle. En dicho mercado habrá una creciente participación de clientes libres, al desestimar el límite de potencia a los clientes regulados.
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