Por José Antonio Vanderhorst Silverio, Ph.D.
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Diseñador: arquitectura minimalista de la Electricidad Con Valor Agregado.
Suplidor: electricidad orientada al cliente
Clientes: los indignados por la impunidad del sistema vigente,
“Puede que no sepa definir impunidad, pero se reconocerla."
Variante de la famosa cita del magistrado Potter Steward.
Los indignados protestan cuando reconocen la impunidad, pero no son capaces de determinar la esencia de ese complejo fenómeno. Sus movimientos se ponen de moda y a menudo acaban con más de lo mismo. Un quítate tú, pa’ ponerme yo.
Sin esa esencia es imposible diseñar el sistema emergente sin precedentes que reemplace el sistema vigente, tal como sugirió el famoso arquitecto de sistemas Tom DeMarco, en el prefacio del libro Essential Systems Analysis de McMenamin y Palmer (Yourdon, 1984). Contrario a los movimientos de los indignados árabes, los españoles y los de Wall Street, los dominicanos ya disponemos de esa esencia en uno de los sectores claves de la economía, el sector eléctrico, con el que se puede iniciar la transformación al sistema emergente.
¿No será ese sistema emergente en todos los sectores de la economía el que se necesita para acabar con la crisis en Grecia, España, Italia y Portugal? En el sistema vigente, al que se oponen los indignados en algunas partes del mundo, a lo mejor sin estar plenamente concientes, es un gobierno desequilibrado e impune a favor del Estado local y global.
En el sistema emergente, el que esperan los indignados, debe existir una participación equilibrada entre gobierno de Estado y de mercado. Los que protestan, aquí y en el extranjero, puede que no lo sepan todavía, están reclamando ese mejor equilibrio entre Estado y mercado, correspondiente con el momento histórico y cultural en que nos toca vivir.
Los indignados intuyen que ese cambio cultural es factible, porque ya han experimentado propuestas de mercado que no estaban esperando, pero que les encantó, por ejemplo, con los productos de Apple, bajo el liderazgo de Steve Jobs. Es así como el mercado libre de las redes sociales, que emplean los indignados, está desplazando la prensa masiva tradicional fácilmente controlada por el sistema vigente.
Cuando existe un amplio rango de necesidades sociales, en este caso impulsados por los cambios tecnológicos, no importa que decisión tome el Estado, siempre quedarán insatisfechas las necesidades de mucha gente. Generalmente son mejor servidos los grupos con mayor poder político y económico, por ejemplo, el sector industrial. En ese caso, la mejor opción es darle el mercado al cliente. El Estado debe concentrarse en minimizar los abusos que puedan suceder en dicho mercado.
Menciono el sector industrial, porque es el que tiene todas la de perder. Entiendo que estamos pasando de la segunda a la tercera ola de Alvin Toffler. El Sistema Vigente quiere extender la segunda ola o civilización industrial. El Sistema Emergente es el post-industrial, que sugiero humildemente en la nota Protestas y la civilización emergente es la tercera ola o civilización sistémica.
Interpretando a la Dra. Carlota Pérez, una destacada investigadora venezolana, los indignados están luchando por lo nuevo contra lo viejo. Es una lucha que se repite de una revolución tecnológica a otra, cada 50 o 60 años. En esta ocasión, estamos cambiando de las tecnologías amparadas en la garantía de la energía barata a las tecnologías amparadas en la garantía de la información barata, con que se mueve toda la economía, “desde la varilla inicial, hasta la pintura final,” como dice un conocido comercial.
Para los que quieren continuar con el sistema vigente, que no es local, sino principalmente global, la nota Leonel no tiene la culpa se pasó de la raya. Publicada en el blog del Grupo Millennium Hispaniola, el 14 de noviembre de 2012, es en este momento la más popular del mes. El artículo Leonel no tiene la culpa fue publicado en acento.com.do al día siguiente.
Un ejemplo de la prensa tradicional que percibo está a favor del sistema vigente aparece en la noticia “La dispersión del liderazgo afectaría la intención de protestas,” fue redactada por Abel Guzmán Then, en Diario Libre, el 16 de noviembre de 2012. Dicha noticia dice que “Las protestas que han realizado diversas organizaciones de la sociedad civil y movimientos de jóvenes independientes contra la reforma fiscal lucen dispersas y sin un liderazgo claro que represente a los sectores demandantes y se siente en la mesa del diálogo con el Gobierno para lograr parte de los cambios que exigen en la política económica.”
Contrario a esa noticia, para mejorar el equilibro de gobierno, en el sistema emergente lo que hace falta no es un liderazgo político, sino de mercado. En ese caso, basado en la nota Al carnaval contra el paquetazo fiscal “le falta pensamiento,” la protesta líquida se transforma con una propuesta sólida que los indignados no esperan, pero que les agradará.
En contraste, un ejemplo que percibo a favor del sistema emergente, aparece en el editorial de acento.com.do Los indignados en RD y lo que piensa de ellos Leonel Fernández, del 16 de noviembre de 2012, que incluye un interesante video. Contrario a la prensa tradicional, dicho editorial sugiere que el movimiento de los indignados de RD “No se trata de que un partido político esté atizando a los jóvenes para que se lancen a las calles. Evidentemente, quienes salen a protestar no responden a una parcela partidaria. Y quienes fueron al parque Independencia, el 11 de noviembre, era un grupo variopinto que reunía a personas de todas las clases sociales, especialmente de clase media y media alta.”
Para entender lo que está sucediendo en muchos países, sugiero separar a los movimientos de jóvenes independientes de las otras organizaciones que viven del sistema vigente. Al hacerlo, interpretando las enseñanzas de W. Edwards Deming, en la segunda edición de The New Economics (The MIT Press, 1994), quedará claro que esos jóvenes son como los clientes que no tienen todavía expectativas. Como clientes, esos jóvenes tampoco son capaces de inventar lo que quieren.
Deming dijo que la “gente está solicitando mejores escuelas, sin una idea clara de cómo mejorar la educación, ni hasta como definir mejoramiento en educación.” Haciendo un paralelo, los indignados, tanto de aquí, como en el extranjero, quieren un mejor gobierno, sin una idea clara de cómo mejorar el gobierno, ni hasta como definir mejoramiento en gobierno.
Mi tesis es que los indignados no saben lo que quieren para resolver, por ejemplo, la crisis eléctrica dominicana. La electricidad orientada al cliente es una propuesta que los indignados no están esperando, pero que les encantará. La misma es habilitada, también aquí como en el extranjero, con un cambio a una ley basada en el modelo de la arquitectura minimalista de la Electricidad Con Valor Agregado.
Dejando un espacio grandísimo a la innovación, esa arquitectura minimalista mezcla de forma equilibrada el Estado y el mercado, para el transporte (transmisión y distribución integrada) y la comercialización de electricidad, respectivamente. Por un lado, mantiene una política de Estado para regular el transporte de la electricidad; por el otro lado, esa electricidad se comercializa en el mercado. Al hacerlo, la electricidad dejará de ser un problema político en muchos lugares, al tiempo que aquí se desconecta el sector eléctrico del presupuesto y sus exagerados subsidios.
En la situación dominicana de la electricidad orientada al regulador, la calidad del servicio es muy discriminatoria, con un servicio de calidad en el mercado mayorista, y un servicio discriminado en cuatro clases, con calidad inferior, de mala a peor, según las pérdidas y los cobros en cada circuito, en el mercado minorista, todo esto sin compensar el mal servicio. Por el contrario, con la electricidad orientada al cliente la compañía encargada del transporte estará obligada a entregar un servicio con calidad comercial, compensando la mala calidad a precios de mercado.
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